miércoles, 1 de octubre de 2014

JORGE R. CAVELIER Lagunas sagradas. Sacred lakes. Laghi sacri. en EKA & MOOR ART GALLERY, MADRID



El dorado: gratitud a la vida
La leyenda recreada por el cronista español del siglo XVI hablaba del oro americano con
especial fruición.
El designado donaría las ofrendas de oro a la laguna sagrada de las altas montañas andinas cada
año en el plenilunio cercano al equinoccio. Aquel mismo, recubierto de oro en su cuerpo, se
bañaría una vez hubiese lanzado al agua las ofrendas enviadas por la comunidad.
El mismo episodio se habría repetido por años sin memoria. En ese ritual se aseguraría la bondad
de las cosechas sustentadoras de la especie así como el retorno de la creatividad al espíritu
humano. La intención de agradecer a la inteligencia universal por el milagro de la vida
trascendía la visión del metal incorruptible como elemento de riqueza para ser acumulado. A la
fluidez del agua y su capacidad de generar vida se habría de unir el metal, a las profundidades de
la laguna irían las piezas llenas de ingenio y trabajo creativo, de belleza y simbología
cosmogónica para fundirse a la inagotable fuerza del corazón de la tierra. Un dádiva sin apego
para hacerse partícipes de la regeneración continua de la abundancia.
!
La expresión artística de Jorge Cavelier alrededor del tema de las lagunas sagradas sucede en
forma similar. En cuanto las obras toman forma en el ritual creativo la persona detrás de los
materiales no existe. La intención no será diferente a la de devolver con gratitud aquello que la
vida le ha dado sin restricciones. Las imágenes se transforman en el vehículo para llevar al
espectador los momentos de compenetración con los paisajes interiores para inducir a la paz a
través de la contemplación del bosque de niebla, de las aguas puras, regeneradoras.


 A cerca de Jorge R. Cavelier
A lo largo de su carrera Cavelier ha logrado su inspiración desde el corazón de los bosques más
evocadores del mundo, los bosques de niebla de la cordillera de los Andes en Colombia, su país
de origen. Después de largos años de observación, haciéndose parte de la naturaleza, el artista ha
dejado atrás su vida de hábitos cotidianos, para entender el significado de perderse para volver a
la esencia en el interior de sí mismo. En el laberinto del diálogo con la obra el artista puede
emerger, durante el proceso creativo, renovado. Al observador llegará el mensaje de la aventura
de ingresar al laberinto con seguridad pues, al haber confrontado los miedos profundos y
aniquilar al Minotauro, sabrá, como Ariadne, su ruta de retorno a una vida nueva y libre.
Su carrera de más de treinta años de pintura y siete de escultura ha trazado un recorrido de
exposiciones en diversos países como Italia, Francia, China, Japón, Argentina, Uruguay, Chile,
Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, San Salvador, Honduras, Estados Unidos, Sudáfrica.
Sus paisajes de Bosques de niebla, manglares caribeños o bosques meridionales norteamericanos,
tienen un hilo conductor que une cada una de sus obras: la sensación de paz. Sus perspectivas
aéreas dependen sólo del color. Sus composiciones trasmutan las proporciones de las
construcciones vegetales haciendo que los primeros planos presenten plantas miniaturas como si
fuesen grandes árboles y grandes personajes en los planos posteriores como si fuesen plantas
pequeñas. Los espacios aéreos empequeñecen al espectador y crean mundos de ilusión en donde
la observación pura recrea el espíritu.
Cavelier utiliza únicamente los mejores materiales, desde el lino preparado hasta la hojilla de oro
puro, pasando por los colores al óleo, acuarelas o témperas fabricados por las mejores compañías
de productos artísticos del mundo. Su técnica de pintura sigue rigurosamente los lineamentos de
los maestros italianos del renacimiento por él aprendidas durante sus cinco años de academia en
Florencia, Italia. Pintores clásicos como Giorgione, Tintoretto, Turner o Bruegel el viejo fueron
su inspiración desde un principio, reforzado por Morandi, Rothko, Hokusai o Li Ufan.